«Cuando tú me elegiste –el amor eligió– salí del gran anónimo de todos, de la nada […] Pero al decirme: “tú –a mí, sí, a mí, entre todos– más alto ya que estrellas o corales estuve. Y mi gozo se echó a rodar, prendido a tu ser, en tu pulso. Posesión tú me dabas de mí, al dárteme tú. Viví, vivo ¿Hasta cuándo? […] Uno más seré yo al tenerte de menos.»

P. Salinas, La voz a ti debida y Razón de amor, 62, Castalia, Madrid 1969, pp. 114-115.

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